27 de febrero de 2012
Temática: Eficiencia EnergeticaUbicada a cuatro kilómetros de las costas de Santoña (Cantabria), se yergue la primera boya de las diez que compondrán la planta piloto de energía de las olas que Iberdrola Renovables pondrá en marcha en un futuro.
De momento, ya se ha finalizado la primera etapa, que consistía en instalar esa boya de 40 kilovatios, suministrada por OPT y formada por un flotador de unos siete metros de diámetro, un fuste (compartimento cilíndrico estanco) donde se aloja el sistema de transformación de la energía y un estabilizador de aproximadamente diez metros.
Así, la acción de las olas produce un movimiento vertical que, mediante el sistema hidráulico, activa el generador convencional, que es el que genera la electricidad en baja tensión. Esa energía renovable se evacua a través de una subestación marina, donde se adecua la tensión a la de la red eléctrica.
“La segunda fase”, explica Roberto Legaz, uno de los responsables de este proyecto y consejero de la empresa Alemparte, “consiste en instalar esa subestación transformadora en el lecho marino y un cable submarino suministrado por Prysmian capaz de transportar la energía resultante a la costa”. Posteriormente, continúa, “se verá el comportamiento de esta boya durante un tiempo y se acometerá el proyecto futuro, que consiste en obtener 1,3 megavatios de potencia con nueve boyas adicionales”, suficientes para generar el consumo eléctrico anual de unos 2.500 hogares y evitar la emisión a la atmósfera de 2.600 toneladas de CO2 anuales.
Incluso, la idea del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) y la Sociedad para el Desarrollo de Cantabria (SODERCAN), participantes en el proyecto junto con Iberdrola Renovables, Total y OPT, es aprovechar el cable de Prysmian para “montar un nodo que posibilite la conexión a futuros prototipos que también se basen en el movimiento de las olas para extraer energía”, puntualiza Legaz.
Ahora bien, para llegar hasta aquí el camino recorrido por todas las entidades involucradas no ha sido nada sencillo. Sobre todo, porque se trata de uno de los proyectos pioneros en Europa del que no había muchos referentes. “Durante casi tres años este proyecto ha venido preparando sucesivas peticiones de permisos, licencias y autorizaciones. De hecho, este tipo de iniciativas afectan a más de 30 organismos que tienen que dar su aprobación”.
Extraer la energía del mar
En cualquier caso, superadas estas trabas iniciales, la primera fase del proyecto ya está en marcha y se trata de la punta de lanza para que en el futuro se puedan acometer inversiones parecidas. No en vano, según Legaz, “la energía del mar es enorme y, sobre todo, en el Cantábrico”. Según cálculos recientes, se puede generar una media aproximada de entre 30 y 40 kilowatios por metro lineal de frente de ola al año.
“El problema es que de esa energía bruta hay que extraer la útil y ahí es donde entra la eficiencia de cada uno de los artilugios que se están diseñando”, explica. En este momento hay más de 80 prototipos, divididos básicamente en aquéllos que utilizan las corrientes y las mareas y los que se sirven de la energía de las olas. Lo que ocurre es que, por ahora, generan poca energía, entre 150 y 250 kilovatios.
No obstante, la idea, como apunta Legaz, “es que la suma de estas unidades originen parques de tamaño relativamente grande, de unos 10 o 20 megavatios”.
Hasta que eso llegue, por el momento destaca la planta de energía de las olas que Iberdrola Renovables está desarrollando, a través de su filial ScottishPower Renewables, frente a las islas de Orkney, al norte de Escocia, que se convertirá en la más grande del mundo por capacidad instalada (3 megavatios).
En cuanto a España, también hay un par de centros de experimentación en energía marina. Uno es el mencionado de Santoña, que va a permitir llegar a 2 megavatios de potencia, mientras que el otro está ubicado frente a las costas de Arminza (Vizcaya) todavía en una fase inicial. No obstante, cuando esté finalizado, tendrá cinco nodos de 5 megavatios.
España, a la cabeza
Y es que España se puede situar a la cabeza en este tipo de energía renovable, puesto que nuestro país tiene la ventaja de que no tiene plataforma continental. “Estos artilugios”, apunta Legaz, “requieren profundidades definidas, pero grandes. No se pueden colocar al lado de la playa, sino que es preciso que tengan entre 50 y 100 metros de profundidad”. Si eso se lleva a ciertos países como Francia, esas profundidades se encuentran a 20 o 30 millas de la costa; mientras que en España puede estar de una a tres millas. “Eso nos da una ventaja, porque los costes de evacuación eléctrica son menores y no se entra en conflicto con las vías de navegación marítima”, añade Roberto Legaz.
Evidentemente, toda la zona del Cantábrico tiene más oleaje que la costa mediterránea, por lo que resulta lógico que las comunidades autónomas más desarrolladas en este sentido sean las que están bañadas por este océano.
Todo esto hace pensar a Legaz que este tipo de energía va a tener un gran desarrollo en nuestro país en el futuro. De hecho, ya existe una asociación de energía marinas de España (a través del APPA, la Asociación de Productores de Energías Renovables). No obstante, Legaz considera que la Administración todavía tiene mucho que decir en esto, aunque “existe bastante voluntad por su parte de que en el próximo plan energético se puedan llegar a los 200 o 300 megavatios de energía marina”.
Y es que “este tipo de energía no contamina, es limpia, autóctona, autónoma, capaz de generar mucho tejido industrial y tiene poquísimo impacto ambiental”, afirma Legaz.
Ahora bien, de momento nos encontramos al principio del camino, en una fase de experimentación y con unos costes de inversión todavía muy caros, pero en los próximos años la generación de energía gracias a la acción de la fuerza de las olas será tan habitual como puede ser hoy en día la energía solar o eólica.
Destacados:
Con diez boyas se generará energía suficiente para satisfacer el consumo anual de 2.500 hogares y evitar la emisión a la atmósfera de 2.600 toneladas de CO2
Este tipo de energía no contamina, es limpia, autóctona, autónoma, capaz de generar mucho tejido industrial y tiene poquísimo impacto ambiental
Despiece: Roberto Legaz
Es ingeniero industrial por la Universidad de Bilbao y uno de los más prestigiosos profesionales en energías renovables en España, sector en el que es pionero. En los últimos años ha participado en varios foros, presentando ponencias a nivel acional e internacional sobre energías renovables, y es autor de numerosos artículos en revistas especializadas. En los últimos 35 años ha desarrollado puestos de responsabilidad ligados a Iberdrola y empresas asociadas.